Hoy me he levantado un poco rara. Apática tal vez. No se lo que quiero
ni lo que me apetece. El mal humor supura por cada uno de mis poros y lo peor
es que no encuentro la razón. Es horrible despertarte por la mañana mirando al
techo y solo pensar que no tengo ganas de levantarme ni de hacer nada. Que no
quiero que nadie me hable y que necesito ser transparente durante unos minutos.
Imagino que alguna vez os habrá pasado algo parecido pero de todos modos, si no
fuera así, tampoco me sentiría diferente. No han pasado a penas unos minutos y
recién conectado el móvil ya comienza a recibir las primeras notificaciones de
llamadas perdidas y de Facebook. “No hay tregua amiga, ¡ponte las pilas!” y
el día comienza… quiera o no.
No parece que haga calor asíque abriendo mi armario y dudando unos
minutos interminables decido que hoy me apetece algo diferente. Algo romántico
pero a la vez denim…y como si de un cóctel hablásemos, agito las dos tendencias, me preparo
y salgo por la puerta. Tras unos escalones ya estoy en el portal. Una
vecina que se dispone a llegar a su casa me mira de arriba abajo y sonriendo me
da los buenos días. Parece que mi look un tanto ecléctico le ha hecho gracia y
supongo que tampoco la ha pillado por sorpresa asíque dejo salir una sonrisa,
saludo y salgo a la calle analizando el momento que, sin darme cuenta, ha
cambiado la expresión de mi cara. Hace un día soleado y algo fresco. ¡Es un día
precioso!